12/01/2014

EN LA OPINIÓN DE... GUILLERMO FÁRBER

Chespirito

Lo conocí en diciembre de 1971. Yo trabajé ese mes en TIM, Televisión Independiente de México, aquella frustrada incursión del capital regiomontano en el centro del país. Era el canal 8 que luego se fusionaría con Televicentro para eventualmente convertirse en Televisa San Ángel. Desde que lo conocí, Chaspirito, entonces ya de 42 años, me pareció una persona notable, lo que pude comprobar en los siguientes cuatro décadas y tras leer su autobiografía “Sin querer queriendo”. Ya todos sabemos de sus inmensos y variados talentos, su avasalladora popularidad, los millones y millones de momentos gratos que derramó en su vida pública. Pero yo prefiero destacar otra virtud suya, a mi ver superior a todas las otras (que no son comunes, por lo demás): fue un hombre bueno e íntegro. Sólo le conocí a Chespirito un gran defecto: era apasionado del futbol. Pero bueno, a un talento tan grande y a una persona tan valiosa puede perdonársele hasta eso. Descanse en paz, don Roberto. Fue un hombre bueno que nunca pontificó.

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