5/10/2007

ESENCIA PROFESIONAL

Gracias a mis amigos, familiares y demás que ejercen la noble profesión del Derecho por sus comentarios a mi reflexión sobre la Imagen Profesional del gremio, espero que sea de su utilidad para crecer en tan necesaria labor en la sociedad. Al recibir sus comentarios me he propuesto seguir escribiendo al respecto, por el momento les doy a conocer algo que me envió el Lic. José Luís De Anda Vargas y que comparto con ustedes, quizá muchos ya lo conocen pero resume parte de la esencia de la labor de un Jurista.

DECALOGO DEL ABOGADO
I. Estudia: El Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado.

II. Piensa: El Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando.

III. Trabaja: La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia.

IV. Lucha: Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres conflicto entre el derecho con la justicia, lucha por la justicia

V. Se leal: Leal para tu cliente, al que no debes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal con el adversario, aun cuando el sea desleal contigo. Leal para con el juez, que ignora los hechos y debe confiar en lo que tu le dices; y en cuanto al derecho, alguna que otra vez, debe confiar en el que tu le invocas.

VI. Tolera: Tolera la verdad ajena en la misma medida que quieres que sea tolerada la tuya

VII. Ten paciencia: El tiempo de venga de todas las cosas que se hacen sin su colaboración.

VIII. Ten fe: Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del Derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz.

IX. Olvida: La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día que la vida será imposible para ti. Concluido el combate olvida tan pronto tu victoria como tu derrota.

X. Ama tu profesión: Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino consideres un honor para ti proponerle que sea abogado.
Por Eduardo J. Couture

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