12/13/2009

LO QUE DEBE A MÉXICO LA NAVIDAD.

NOTA BENE: Hace un año o dos, coloque un post acerca de cómo llegó el árbol de Navidad a México; como mexicanos tenemos una esencia y tenemos muchas fortalezas para crear esa Imagen que requerimos acorde a nuestro fondo, dar una imagen correcta a nuestra esencia en el concierto de naciones, y las fortalezas que tenemos son muchas y la Navidad nos permite descubrir algunas de ellas, de ahí que transcribo este fragmento de un escritor mexicano.

F. IBARRA DE ANDA
Escritor mexicano de muy agradable estilo. En “Lo que debe a México la Navidad”, ofrece un fragmento de uno de los capítulos del libro “México, acreedor de la civilización mundial”.

LO QUE DEBE A MÉXICO LA NAVIDAD.
(El Pavo, la flor de Nochebuena, los chocolates, los cacahuates, la parafina).
La Navidad, fiesta la más vieja del mundo cristiano y que cada vez va tomando más arraigo en los hogares y mayor auge y esplendor en todos los países, al grado de que casi es una fiesta universal, aun en los pueblos no cristianos, debe a México más de un motivo de regocijo, más de un motivo de lucimiento, universalmente aceptados dondequiera que se celebre el advenimiento de Cristo a este mundo.

¿Se puede concebir la celebración de la Nochebuena sin el pavo tradicional? Las hogareñas fiestas que empiezan en Navidad siguen hasta el Año Nuevo, y el pavo sigue figurando también lo mismo en las comidas del hogar, que en las que ofrecen los restaurantes en todos días. Primero, el pavo de rigor, y después todo lo demás. Lo mismo en Berlín que en París; en Londres que en Moscú; en Washington o en Madrid y hasta en Tokio y Pekín que han comenzado a introducir la Navidad, obligados por las colonias extranjeras, el pavo al horno, el pavo trufado, el pavo al pastor, es obligatorio en la cena de la última semana del año cristiano.
EL pavo cócono, guajolote o “meleagris mexicano” como se llama científicamente, se debe a México; antes de Cortés, el mundo ignoraba la existencia de ese bípedo cuya carne proporciona un exquisito manjar; los vasallos de Moctezuma lo descubrieron un día, es estado salvaje, en las selvas vírgenes del Anáhuac y ofrendaron el descubrimiento al magnifico monarca, como cosa digna de dioses, y, de las tierras de Moctezuma el Magnifico, se propago a todo el orbe la exquisita vianda como única digna de celebrar la fiesta de Dios. Sin el “Hueyxólotl” de los aztecas, la Navidad cristiana parecería a muchos desabrida, insípida. EL día de gracias, fiesta religiosa de los yanquis se celebra exclusivamente con el imprescindible pavo. ¡Qué lejos están los magnates, los millonarios, los potentados, de Estados Unidos, de imaginarse que la vianda en torno a la cual gira toda su celebración de Navidad se debe a los aztecas!

La flor de Navidad. Mas no solamente el pavo se debe a México; también la flor de Nochebuena, esa flor que se ha extendido por todo el mundo como símbolo de Navidad, figurando en todas las alegorías, en todos los adornos, en todos los obsequios, en todas las tarjetas. ¿Se imagina alguien una cena de Nochebuena son que la mesa esté adornada con la simbólica y extraña flor. Ésta, originaria de México, y que solamente se produce en invierno, rara por su forma y peculiaridades, pues siendo de tierra caliente, brota en tiempo de fríos; parece providencial destinada a simbolizar la Navidad. Los aztecas la conocieron como una de tantas plantas de ornato, los mexicanos de la Colonia notaron que solamente florecía en diciembre, y el espíritu religioso de los mestizos comenzó a engalanar los “nacimientos” con aquella flor.
Poco después ya en la época independiente, vino a México Mr Joel Poinsset en calidad de plenipotenciario norteamericano. Era hombre observador y aficionado a la botánica y fue él quien clasificó la flor, la trasplantó a los Estados Unidos y la dio a conocer en el mundo entero como flor de Navidad por producirse en diciembre, y en los textos de Botánica de las escuelas norteamericanas, la indígena flor de Nochebuena, se conoce con el nombre de “poinsseta”, en honor del yanqui que la clasificara.
De todas maneras, la flor de Navidad se debe a México.

Los chocolates. Casi tan indispensables como el pavo son los bombones, turrones, confites, pasteles, postres, budines, etc., en que entra como principal elemento el chocolate. Las famosas cestas de Nochebuena no salen de ningún almacén. De ninguna casa de comercio o particular, sin los imprescindibles bombones entre los cuales la mayor parte son de chocolate, dulce, amargo, con leche o sin ella, con pasas, con almendras, etc. ¡Y dónde se inventó el chocolate sino en México? ¿Y de dónde lo llevaron los españoles a Europa sino del Anáhuac?

Los cacahuates. Puede haber noches de Navidad, las de los pobres sin pavo, sin flor de Nochebuena, sin bombones de chocolate, sin turrones ni pasteles, ¿pero sin cacahuates? ¡Imposible! Sabroso y nutritivo fruto que se ha adueñado de todo el globo terrestre! Los cultivan y los comen los blancos, los morenos, los amarillos, los negros, los aristócratas y los plebeyos; los soberanos y los esclavos; y en navidad anda en las manos y en las bocas de todos. ¡Y esto también se debe a México!
En los Estados Unidos, en Cuba, en Centro América, en Europa, hay hasta canciones compuestas en honor del “maní” o cacahuate, indicio de la gran popularidad de que goza tan apetitosa golosina; se venden crudos, tostados, quemados; en confites, en turrón, en cajeta, con cascara o sin cascara, con sal, con chile, con miel, en bolsas, en la mano y constituyen uno de los principales negocios de Navidad. Por vitaminas y calorías que contienen, son alimento ideal para el invierno.

Y si del aspecto universal que ofrece la predilección de que goza el cacahuate en Navidad, pasamos al punto de vista económico, aquí si que podemos decir que una Navidad sin cacahuates, no sería Navidad sencillamente. ¿Cómo condimentar la ensalada de Nochebuena?¿Cómo concurrir a la Misa de Gallo sin los bolsillos repletos de cacahuates?

La parafina. No tan popular como los cacahuates, aunque sí más necesaria para las fiestas de Navidad, es la parafina. En torno de las estampas, exornando las tarjetas de Navidad en las alegorías alusivas, aparecen casi siempre flores de Nochebuena alternando con velas de parafina. Estas velas, simbólicas de la Nochebuena, fueron en tiempos antiguos de estearina, principio graso de que extraía especialmente de las ballenas. La estearina por esta razón era cara yla usaban solamente los ricos para banquetes nocturnos; daba luz blanca, de escaso humo y de olor menos mareante que la cera. Era un lujo de ricos. Por mucho tiempo las rituales velitas de nuestras “posadas” fueron de sebo; la estearina ni siquiera se conocía por el pueblo, pues hasta el nombre parecía exótico y decía “esterina”; y lo mismo que ocurría en México ha de haber sucedido en los demás países. Pero brotaron los pozos de petróleo, figurando México entre los países petroleros del mundo; se descubrió que, a pesar de su negrura, el chapopote tiene parafina, y ahora cualquier proletario puede darse el lujo por unos cuantos centavos, de iluminar su mesa con velas de parafina, tan luminosas, tan blancas, tan decentes como las de estearina, y gracias a la parafina extraída del petróleo mexicano, podemos en México realizar nuestras “posadas” con centenares de velitas que dan alegría y color a la fiesta familiar. Así, pues, también las simbólicas velas de Navidad, cuando menos su popularización, se debe en buena parte a México.

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